O cómo ocupar el tiempo y desahogarte a la vez cuando eres un adolescente y tienes que pasar horas y horas en una tienda de barrio aguantando mecha de unos y de otros. Al menos Manolo y yo nos lo tomábamos con humor. Y derrochando ingenio, que todo hay que decirlo, oye.
El Puerto de Santa María, algún aburrido día de algún año de finales de los ochenta o principio de los noventa...
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