Aunque parezca mentira, eso de ahí arriba lo sé decir, y lo que es mejor, ¡¡sé qué significa!! Cierto.
Pues nada, por aquí seguimos, en la Holanda del verano inexistente, o para que quede mejor, de la eterna primavera. Como podéis comprobar por el encabezado del post, aprendiendo este idioma imposible de “kas” y de “jotas”, peleándome con el teclado del ordenador para encontrar una eñe o un signo de abre interrogación o exclamación e integrándome en el paisaje bicicleta para arriba, bicicleta para abajo bajo la lluvia.
Sobrepasadas las siguientes fases: 1ª, Qué bonito es este país; 2ª, Qué jartura de lluvia, de poner suelos y de holandeses; 3ª, Que me cuenten que esto funciona mejor que España; 4ª, Aprovechando las visitas me he hartado de hacer turismo y verdaderamente este país es bonito y la gente es muy agradable, y 5ª, Vuelta de las vacaciones y comienzo de la rutina; por fin voy a empezar de verdad mi vida como holandesa.
Así pues, me he auto-impuesto un horario (de esos que tanto me gustan) y que prometo cumplir, (al menos en estas dos semanas lo he hecho) y me estoy dedicando, aparte de a mis labores de ama de casa de medio pelo, a estudiar el idioma de esta gente, a perfeccionar mi inglés y a estudiar esas benditas oposiciones que me esperan en España.
El verano ha sido tremendo, bueno, en consonancia con el resto del año y me atrevería a decir que con el resto de mi vida, pero ese es otro tema… Las visitas pasaron, cada una con sus cosas y sus momentos inolvidables. Ha sido un gusto poder recibirlas y haber podido disfrutar enseñándoles este pequeño pero intenso país.
De izquierda a derecha: yo misma, Claudia, Esme, Manolo y Jose en un molino en Wijchen en un momento de antología. Se suponía que Jose debía llegar hasta arriba antes de que la foto se hiciese. No le dio tiempo pero, como se puede comprobar, reaccionó de la mejor manera.
Esme, Jose y la pequeña Claudia fueron los primeros en llegar y, como sospechábamos, Claudia acaparó todos y cada uno de los momentos del viaje. Mira que la echamos de menos cuando se fueron, de verdad. Manolo sufrió la transición entre una visita y otra, pobre. Lo tuve de compras para arriba y para abajo y arreglando el jardín. Aún así no estuvo nada mal el fin de semana que nos escapamos a Bélgica. Jorge y Rosa llegaron en la semana más fea de lluvia y frío de todo el verano, hijo… pero aún así nos pateamos media Holanda luchando contra las inclemencias del tiempo. Se salvó el día de La Haya que fue lindo. Por último, y ya de regreso del veranito de verdad de El Puerto, Bienvenido, Mª Jesús, Fernando y Juani (padres y tíos de Sergio respectivamente) convivieron con nosotros dos semanitas que les cobramos caras: jardín en perfecto estado de revista y cortinas y frigorífico exultantes. ¿Qué más se puede pedir? Ah! Creo que no me reía tanto desde ¡yo qué sé!
En Amsterdam, por la izquierda: Sergio ¿dormido?, Rosa pensativa, Jorge sobreactuado y Manolo divertido.
La reacción de los dos prendas estos en Bruselas, junto al Parlamento Europeo ante mi queja: "¡Hijo, qué sosos soís, un poco más de participación para la foto, por favor!"
Nijmegen recibió a la troupe de españoles con comida y paragüas gratis, y lluvia, claro.
En el Puerto, pues como siempre: cine de verano, teatro, playa, cumpleaños de Merchi, con Manolo para arriba y para abajo… todo eso que taaaaanto me gusta y que me resisto a perder esté donde esté, ¡a ver qué va a ser esto! Y muuuuucha vida social, demasiada para una friki como yo… pero bueno, creo que lo sobrellevé con mucha dignidad. Ya iré desgranando un poco más todo lo vivido en el veranito, me apetece mucho colgar fotos y contar anécdotas de lo vivido, pero por ahora lo dejo aquí que no quiero cansar a mis muchos lectores tan de golpe. Un besito para todos. A propósito, la frase significa: Pienso que ella trabaja duro. ¿Qué cosas, no? Y es una frase sin contexto ninguno sacada de mi cuaderno de clase, je. Padiesha
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