¡Jesús Gil está vivo!
¡Es buenísimo!
Y lo peor es que si fuera verdad (oye, yo ya me creo cualquier cosa), sería mejor chiste todavía.
Según el Diario de Jerez (...?) y en una entrevista a un ex - trabajador del Ayuntamiento de Marbella (que asegura que no es el único que defiende la teoría entre el personal de dicho Consistorio), Gil no murió de infarto cerebral hace dos años en una clínica madrileña sino que todo fue un montaje del empresario para quitarse de en medio y escapar de la justicia que tenía abiertas contra él alrededor de 80 causas judiciales y a la vez huir de la mafia rusa marbellí que se le había subido a las barbas. La familia Gil, accionista de la clínica en la que supuestamente murió, consiguió de ésta un certificado de defunción y que nadie viera el cadáver antes de su incineración. Fue sospechoso que la viuda, según afirman algunos, no demostrara demasiado pesar (siendo un poco cruel creo que esto es más entendible, la verdad) y más sospechoso aún que, tras el multitudinario funeral (todo un regalo para un “difunto” ególatra), el clan Gil viajó casi al completo a Brasil, Méjico o Venezuela (cualquiera vale). Dos años después fallecía el amigo/tertuliano de Jesús Gil, su caballo “Imperioso” y sus supuestos restos (que todo hay que ponerlo en duda llegados a este punto) les fueron enviados al ex – alcalde de Marbella.
No me digan que no es bueno.
Como oyente de programas deportivos que soy, y aunque he de confesar que cada vez que entrevistaban a Gil intentaba no oírlo, sí recuerdo las veces que el ex – Presidente del Atlético de Madrid comentaba cosas como “que estaba harto de todo”, “que más le valía morirse ya de una vez”, etc. Claro que una persona tan excesiva en todo no era raro que hiciera este tipo de comentarios.
En fin, que habrá que esperar a ver en qué deriva todo este episodio humorístico de la España más … increíble. Pero, sin duda alguna, la pregunta que a todos nos cabe hacernos ahora es: ¿Estará con Elvis o con James Dean? O bien ¡¡¡¿Cómo puede estar tan callado?!!!
(En la foto: uno de los momentos más memorables de la biografía pública del Señor Gil).
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